Ayer, dejé las cortinas entreabiertas seguramente a propósito, conspirando para que el sol amaneciera sobre la cama.
Observo. Poesía obvia. Sus pestañas largas cerradas, piel blanca, y pelo alborotado, el edredón hasta el cuello, sus ojos en R.E.M.
Hay una paz en el cuarto, aunque afuera se escucha como la casa despierta, los gatos buscan vida y mi mamá sale al trabajo. Hay paz, y estamos usted y yo en el mismo cuarto: qué lindo. No pasa a menudo.
Siento un impulso o descarga eléctrica, y me acerco. No estoy sonriendo, esto es en serio, esto trasciende, esto casi duele. Un besito en el cachete, mis labios contra su barba, y usted reacciona, lento, adormecido. Yo regreso a mi posición inicial, disimulando el estado de shock; es casi inhumana la fuerza de esta emoción cotidiana, cualquiera.
No, esta poesía no es tan obvia, porque ni siquiera es poesía. Es el clímax de varios años, o sin duda al menos un punto de giro.
INT/MAÑANA. Mujer sentada en indio, con los ojos entrecerrados evidenciando su miopía, siente como sus órganos se reacomodan para inciar una revolución dentro.
He estado triste.
Pero todo el cuarto lo sabe, también las cortinas y el edredón. Ya no importa repetirlo.
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1 comentario:
ayer me metí y noté que tenías mucho de no escribir, y eso a veces no es buena señal. Hoy leo mañana en prosa y me nace decirte que te quiero mucho, y te lo iba a decir de otra manera, pero sé que te gusta más y te hace feliz recibir un email con un comentario nuevo para tu blog.
te quiero.
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