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San José, Costa Rica
Escritora. Estudiante de Cine. Profesora de Inglés.

viernes, 11 de junio de 2010

Edgartown

A Lucio el perro no le gustan las visitas. La excusa para ser amargo es una cicatriz en el cuello. Pobre tonto, al principio pensó que yo era una visita.

Después de un tiempo me bufaba rendido, y yo le bufaba de vuelta. Queríamos decirnos lo mismo: yo vine a quedarme, huevón (aunque ninguno tiene testículos).

La disputa se acabó cuando entré un día y me saludó enseñándome la panza. Parece inmaduro que en vez de pedir perdón, Lucio arreglara el asunto dando permiso para que se le pidieran disculpas. Pero más inmaduro sería no entender que al final no es más que un perro.


*

A Lucio el perro le duele la pancita. Le prescribieron medicina de humano porque tiene los ojos tristes. Primero pensé que gemía, pero el asunto es que suelta pedos sonoros.

Hoy llueve y truena, y para colmos Edgar no está.

"Lucius Malfoy," le digo, y me enseña la panza. "Yo sé, yo sé."

Alza la ceja compasivo:

A Luisa le duele algo,
Tiene los ojos tristes
Hoy llueve y truena
Y para colmos Edgar no está.