Esa vez, había un friíto que duró sólo esa noche. Usted y yo nos sentamos en las escaleras que dan a la calle: "Mirá cómo entró ya el otoño." "Ah, sí, por dicha, ya estaba harta." Pero no había llevado sweater y me moría del frío.
Entramos.
Fumamos.
Me quedé dormida en su cama
- en su colchón en el suelo.
Usted me despertó.
Usted olía a mañana.
Me dio una taza de café y me dijo: "Anita, ya es de día."
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