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San José, Costa Rica
Escritora. Estudiante de Cine. Profesora de Inglés.

jueves, 26 de febrero de 2009

Sentirse Extranjero

Uno empieza a notar que el “¿Di?” y el “Chiva” son palabras sin rango de alcance. Que los edificios y las avenidas sí lo hacen sentirse pequeño. Que uno no puede bajarse de un bus en medio de una presa; hay paradas para eso. Que es imposible participar en una conversación sobre política o idiosincrasia. Small town girl. No vale ya cuánto sepa uno de Inglés, literatura o cine. Te piden el DNI igual. “¡Pero si no tengo DNI! Lo que tengo es un pasaporte.”
Miran la portada y el escudo, y luego preguntan cosas. A veces preguntan que de dónde sos. Pues, de Costa Rica, claro, ¿o no sabés leer?
Saben leer, pero no les importa. Sos extranjero.
Y no sos turista; emigraste. Diferencia importante.
Inmigrante. Una palabra de cuya importancia no se tiene consciencia cuando uno está en su propio país, rodeado siempre de la energía colectiva del ser tico en medio de tres millones de ticos.
Cuando sos inmigrante, sos paranoico.
Vas a comprar un colchón y pedís el más barato que haya. ¿Pensarán que soy pobre? Te preguntan que qué hacés aquí. ¿Me están interrogando?
-Estudio.
No hay otra respuesta. Si sos estudiante todo se vale. Nadie te acusa de nada. Claro que querés un colchón barato, no te importa dormir incómoda. Sos joven y enérgica. Estás acá para aprender y no importa si lo hacés en una cama o en el piso.
No es que aquí sean malos. Es que así somos todos. Hay que aceptar que los ticos tenemos un radar para el pueh y el bacano, y pensamos erróneamente que el mae es universal.
Te delata el acento, y por dicha. Ese cantadito del que tanto se burlan. “¿y total vamos a ir a hacer eso hoy?” Y se te sale la erre bien erruda, el pura vida y sus derivaciones cómicas – pura life, only good, pura birra – . Te quejás del café: te parece una aberración esa cultura del café instantáneo. Querés tortillas para el desayuno. Extrañás cosas que no comías: sos vegetariano y soñás con la olla de carne, el pollo en salsa. Vas al súper y te quedás viendo los bananos, preguntándote si son importados de Costa Rica, y deseando que fueran plátanos maduros. Las monedas te parecen absurdamente pequeñas.
Hay que salir del país para darse cuenta de que el cliché no se lo inventó nadie, y que tampoco es una broma. Empieza uno a transformarse en un tico modelo, para no sentirse tan lejos, y tener esa identidad que es como un instinto de superviviencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

aaawwww!!! :3
qué playada! :P jeje ojalá que todo ande muy bien por allá.
la extraño mucho, muchacha guapa.

Camila dijo...

Leí esto y la sentí tan largo. ganas de café y esas cosas.

esta bien lindo, es como converesar con ud, abrazo ani ani, de esos donde yo la alzaba, bueno aunque ahora q andaba super bootylicious no me la aguantaba jajaja

=)