Cronopios.
Corren ocupados
en medio de mis glóbulos rojos.
Aquellos mismos
que adormecidos por el licor
me enternecieron las neuronas
cuando él dormitaba
ayer hace dos meses
en una cama ajena a ambos.
Difícil saber si eran sus cronopios
o los míos.
Pero algunos aún pegan gritos
resentidos por que alguien
los dejó amordazados
y ellos aún tenían notas musicales
en reserva.
El otro día los encontré
ya rendidos dentro del clóset.
Sin mucho ánimo
inventaban fotos en blanco y negro
sobre la pintura verde mi cuarto.
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1 comentario:
Wow! Cortázar estaría encantado... como yo...
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