Mi foto
San José, Costa Rica
Escritora. Estudiante de Cine. Profesora de Inglés.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Paréntesis y Boomerangs

En Argentina, me gané la vida dando clases individuales de inglés.

Bueno, eso es un overstatement. En realidad así me ganaba el día-a-día; me alcanzaba para comprarme las verduras y el arroz, y salir los fines de semana. Para lo demás (lo realmente vital: la casa y los estudios) tenía patrocinadores; entiéndase mamiypapi.

Un día, me gané cien pesos. Ése fue el día en que me harté de Julio Cortázar. Llevaba tiempo de estar leyendo los mismos libros, todo por una cuestión de espacio en el equipaje. Lo que voy a decir me hiere un poco el orgullo, pero bueno, no es ningún secreto – uno se influencia de lo que lee -: para este momento llevaba mucho tiempo de estar escribiendo igual. De hecho, ya no leía, y no hace falta decir que por consecuencia tampoco escribía.

¡Boom! es como va a sonar cuando le ponga dinamita a esos libros que me traje. Esos señores saben como enviciarlo a uno: ¡qué bonito sonaba todo! Pero qué miedo quedarse ahí de por vida, como alguna gente, haciendo literatura copiadecarbón.

Me gané cien pesos tratando de enseñarle inglés a un analista de sistemas con un acento terrible, y decidí gastarlos en una seria desintoxicación.

En el Microcentro de Buenos Aires hay centenares de librerías. Si uno camina por Corrientes (avenida en la cuál yo vivía, por cierto), no le faltan las opciones: la librería chiquitita, la librería con descuentos, la librería sobre cine, la librería-café, la librería-galería, la librería diminuta, la librería enorme, la librería con los precios más injustos, la librería en inglés, en italiano, en Francés, en Alemán –

En fin: tanto sobran las opciones que uno, por atarantado o indeciso, termina escogiendo lo más obvio.

Entré, pues, a la Librería Ateneo de calle Florida, Buenos Aires. Esto es como decir que terminé en la Librería Internacional de la Avenida Central: el Ateneo es la cadena de librerías más grande de Argentina. Adentro ponen música de ascensor, y para llegar a la sección de literatura latinoaméricana hay que subir tres pisos de escalera eléctrica. En lo más alto hay un café, donde se sientan los ilustres a leer los libros caros que se acaban de comprar. Literatura Latinoamericana en descuento está un poco más allá, dónde ya casi ni se escucha la música de ascensor.

Ahí, me llamó la atención un título en una portada minimalista. Cortos, de un tal Alberto Fuguet. Cortos, sí, eso es lo que yo quiero hacer.

No sabía quién era este tal, pero la contraportada decía que era un Chileno, y también un cineasta. Abrí el libro en una página equis, y me encontré un capítulo de un solo párrafo: contaba sobre como Simón filosofaba sobre los paréntesis y los boomerangs.

Ay, a mí me gustan los capítulos de un párrafo; también me gustan los paréntesis y los boomerangs.

Pasé a otra página, y me encontré otro capítulo pequeño, con un nombre que me sonrojó ¡la ironía!: Niños Ricos de Países Pobres. Pensé en mamiypapi, en estar gastando mi sueldo en una librería, en el café ilustre que me esperaba luego -

decidí comprar el libro.

No hay comentarios: