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San José, Costa Rica
Escritora. Estudiante de Cine. Profesora de Inglés.

lunes, 27 de abril de 2009

Buenos Aires, Argentina

Llegué a Buenos Aires de noche. Seis y quince a eme. Qué raro, acá como que nunca sale el sol.
Abajo muchísimas luces inquietas. Se enciende una, se apaga otra; como quien duerme siempre con un ojo abierto.
Dos meses después, escucho los aviones descendiendo hacia Ezeiza y me doy cuenta que ahora la ventana insomne de mi cuarto es una de esas luces.
Quería que este fuera un lugar de paso, de transición. Pero de repente tenía una ventana, una lámpara, un perchero y un edredón. Si así no se construye una casa, entonces no sé cómo.
Un día entré a este cuarto, y sentí que era mío. Entonces pegué cosas en las paredes. Una impresión de El Beso de Klimt, la portada de El Principito, la cara de Cortázar. Deseé haberme traído aquél cuadro que me hizo aquél muchacho.
Caminé, esos días. Una expedición emocionante, incierta y solitaria. En ese momento veía y escuchaba, memorizaba números y nombres de calles, rutas de colectivos, líneas de subte. Aún no entendía muy bien en dónde estaba. Mi cabeza hiperactiva, el sol en la cara, las manos sudadas y los tennis empezando a romperse. Un verano fatigante, agotador, y yo sola, sin pensar en la casa, ni en el Messenger, ni en todo eso que había dejado medio hecho (y medio deshecho) allá, en mi otro cuarto. ¿El verdadero? El de las cortinas azules.

1 comentario:

Diego dijo...

su blog es genial.
a uno le dan ganas de salir de pueblo y conocer el mundo.