Qué locura. Hace un año abrí la puerta de su carro, y me monté, con una confianza que escandalizaría a mis papás; usted era un completo desconocido.
Habíamos hablado de comer churros. Pero entre el tráfico, el tráfico y el tráfico, se nos hizo tarde.
En su guantera había gomitas de ositos.
¡La pega en el estomago que tenía el día siguiente!
Pero no importó.
Fue más bien de esos días en que uno regresa gritando a la casa, y talvez le tiemblan un poco las piernas.
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1 comentario:
yo tuve un 23 estrambótico este año.. fui a cenar con una amiga y ocho restaurantes estaban cerrados.. así q no hubo Pomodoro, ni Bakea, ni Château, ni Café Mundo, ni Trattoria, ni Casa Italia, ni pizzeria X en san pedro, ni siquiera Fábrica...
terminamos tomando vino en Pizza Hut.
me gusta el final. conozco ese sentimiento y lo suelo tener cuando me voy de algun lugar. me siento como en una película en q cantan y bailan de lso 30s.
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