Se tomaban un vinito barato, y bailaban un vals.
Ambos se creían eso de que eran muy intelectuales; que sabían algo de arte y de redacción.
Innevitablemente esto les resultaba bonito, y lo fascinante era descubrir que sus conceptos de belleza eran afines. A veces compartían lecturas, simulando que las habían recién encontrado, sabiendo en el fondo que ninguno creía en el azar. Entonces intercambiaban sonrisas juguetonas, cómplices en sus premeditadas escogencias.
Después, les daba por escuchar canciones tristes en la terraza, y observar el cielo.
Buscaban estrellas, pero cuando no habían, bienvenidas eran las nubes.
Se les pasaban así las horas: se hacía de noche, se hacía de día, se hacía el desayuno (en esto ayudaban el percolador y el sartén).
Y suspiraban como cuando se está solo y cómodo: nada más maravilloso que descubrir la soledad en compañía.
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4 comentarios:
¿Y si él baila mal el vals?
¿Y si ella cocina siempre lo mismo?
¿Igual siguen juntos?
si uh ? seguirian juntos entonces ?
sería absurdo que no, bailar y comer no son todo en una relación. digo yo.
ese final es lo q más me gustó. y me encanta q me gusten los finales! es demasiado importante!! un buen final puede enaltecer una obra mediocre, y vice-versa! y NO digo q sto fue mediocre jaja sino q el final fue como lo mejor y es buenísimo q sté justo ahí donde stá.
Esa comidad solitaria es como reconciliarse con uno mismo en soledad. Es una felicidad bonita. Y entiendo lo de compartir soledad, pero me parece q lo haces ver tan lindo! suelo tener como sentimientos encontrados por la soledad conjunta, pero la haces sonar tan linda :) sos una preciosa
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